Hace mucho tiempo que tengo dudas sobre si existe o no. Debo confesar que muchas de las veces en que estuve en problemas le pedí ayuda, y sin remordimiento del pasado, le agradecía por tenderme la mano. Claro que aquel día fue distinto, fue mucho más que suerte o circunstancias. Aquel soleado día de julio, a miles de kilómetros de mi sangre tuve la impresión de estar completamente abandonada por la suerte.
Por esos días, nada lograba darme felicidad y menos compasión.
Siempre he tenido la sensación de que estoy en busca de vivir cosas que no me buscan, tengo la ligera idea que toda mi corta vida ha sido buscar problemas para saber cómo salir de ellos. Sólo que esos días fueron distintos a otros, pude vivir y palpar la falta de tolerancia que tienen algunas personas frente a un ser humano perdido y desolado. Cuando recuerdo mi estadía en ese árido territorio son muchas las imágenes que pasan por mi mente pero hay tres sucesos muy importantes que le dieron sentido al deseo y al milagro. Uno de esos sucesos se llamó Claudio Coronado. Jamás olvidaré ese personaje. Recuerdo haber estado tirada en la arena frente al mar apoyando mi cabeza en un bolso, mi pelo largo y mi juventud saliendo por los poros.
De pronto, una mirada sobre mi cabeza, un ser humano escribiendo a toda prisa para mantener las ideas incorporadas a la imagen. Caminó temerosamente hacia mí, lo miré sin observar.
-Disculpa pero no pude evitar acercarme.
Era el segundo personaje que se me acercaba para curiosear. (al primero ya lo había mandado a volar.)
Era el segundo personaje que se me acercaba para curiosear. (al primero ya lo había mandado a volar.)
-¿Cómo te llamas? Te escribí algo.
Había escrito algo sobre mí. Lo encontré muy amable, recuerdo que sus palabras fueron acertadas. Su "poema" hablaba de una mujer de piel blanca y pelo rojo que tenía una triste mirada. En el escrito mencionaba las enormes ganas de hacerla sentir mejor y borrar cualquier suceso negativo de su vida.
Pues lo hizo y nunca lo supo, si con tan sólo acercarse y contarme su historia ya había hecho un montón por mí. Aquel día, minutos antes de que apareciera había deseado con toda mi alma una señal. Una señal de que era querida y cuidada por un átomo especial.


Mientras me emborrachaba y chapoteaba en el mar apareció el segundo personaje de quién no recuerdo más que su sombra. Era un tipo alto que parecía militar, apenas lo divisé pensé en problemas. Recuerdo que se acercó e intentó flirtear con la adolescente que me acompañaba. En mi ambición de ser el centro de atención logré que se fijara en mí y caminamos lentamente hasta una plaza de la ciudad.

Hablamos largamente de la vida y de lo que me impedía ser feliz en esa época, recuerdo que intentaba darme ánimo hablándome de Dios y sus secuaces. Abrió su enorme bolso y me dijo mira. Y frente a mí se dibujó la más grande biblia que jamás había visto.
Pasaron varios días que prometo pasaron como meses, fue una época de mucha angustia, hambre, olvido y necedad. Y el último personaje apareció en escena. Sebastián.
Sebastián decía que jugaba ajedrez de memoria, sin tabla y sin piezas. Lo intenté pero no logré jugar una partida ese atardecer. Él era un alcohólico. Recuerdo que hablaba de su vida en Santiago y su larga travesía para llegar al norte. Tuve la sensación que desde que "Claudia" (la mujer por la cual perdió gran parte de su dignidad) lo abandonó caminó y caminó para olvidarla.
Fue importante conocerlo, pues cuando conoces a alguien en peores condiciones que tú, te pones a cuestionar la vara con la que mides tu forma de ser y hacer. Sebastián se marchó esa noche con algo más que alcohol en su sangre. Ahora que uno los puntos hacia atrás agradezco más y más mi vida. Fui testigo presencial de las evidencias que se pusieron en mi camino.Por más que tengas limitaciones físicas nadie te puede arrancar la pasión de ser un artista. Que por más cuestionada y rechazada sea tú apariencia, nadie te puede quitar la fe de ser alguien mejor. Y finalmente, por más que escapes de las consecuencias de tus actos siempre cargarás con el arrepentimiento de no haber hecho nada mejor por tu vida.

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